Prueba Metal Gear Solid 4

    Prueba Metal Gear Solid 4La guerra ha cambiado... Defender la patria, el pueblo o incluso una ideología ya no es suficiente para justificar un conflicto. No. La guerra se ha vuelto mucho más cruel en sus entresijos. Admirablemente aceitada, esta vasta empresa gobierna en adelante el orden mundial, la Humanidad o incluso la Historia, y surge así en el centro neurálgico del planeta. Esta lenta metamorfosis se ha traducido en una carrera armamentista interminable y en el surgimiento de muchas compañías militares privadas (PMC) cuya confluencia está en el origen de una nueva generación de soldados. Dopados con nanomáquinas, estos mercenarios saben cómo evolucionar como un solo hombre ante la adversidad. Emoción, dolor, pensamiento, enfermedad, sentidos, motricidad. Todos estos factores que forman al ser humano ahora se encuentran compartidos, inhibidos, estimulados y/o manipulados por una irrazonable cantidad de inyecciones de estos psicotrópicos del futuro. Afortunadamente, esta deshumanización en su forma consumada solo afecta a una élite unida bajo el estandarte de las RANAS, una facción a sueldo de Liquid Ocelot, el escurridizo némesis. Particularmente agresivo y nervioso, es el testigo perfecto de la orientación mucho más “acción” de Metal Gear Solid 4: Guns of The Patriots en comparación con sus ilustres mayores. Sí, Old Snake todavía tiene recursos.



    Hermano ! Ha sido tan largo…

    Prueba Metal Gear Solid 4Ya no es un secreto que el síndrome de Werner golpeó a Snake con un envejecimiento prematuro, lo que tampoco lo volvió senil o impotente. Este vigor insospechado que lo anima, nuestro héroe se lo debe a su hermano de armas Otacon quien le hizo un traje revolucionario, tanto por sus habilidades miméticas casi instantáneas (cuya efectividad es equivalente a la de los camuflajes de Metal Gear Solid 3: Snake Eater ) que para la estimulación permanente actúa sobre la musculatura atrofiada del senior: el OctoCamo. De hecho, solo el estrés y la salud moral afectan realmente algunas de las habilidades de Old Snake (apuntar y recuperarse) y, por lo tanto, afectan parcialmente su maniobrabilidad. Paradójicamente, es cuando parece más vulnerable y cuando se encuentra más asistido cuando Snake nos ofrece su manejo más flexible e intuitivo. Después de dejar pasar dos generaciones de consolas sin trastornar fundamentalmente la jugabilidad de su bebé, Hideo Kojima se ha modelado brillantemente sobre los cánones actuales para mejorarla. CQC heredado tardíamente de Big Boss, modo FPS, cámara de hombro cuando se apunta el arma, posibilidad de dibujar una vez puesta en el suelo o incluso de moverse agachado son algunos de los elementos que contribuyen al rejuvenecimiento - desde el punto de vista de la agilidad - del rey espía. Todo ha sido pensado e integrado admirablemente, de modo que una vez sumado al impresionante inventario puesto a su disposición (Solid Eye -radar, visión nocturna- y MK-II -seguimiento-, en particular), Snake puede casi cualquier estrategia posible.



    Paradójicamente, es cuando parece más vulnerable y donde se encuentra más asistido cuando Snake nos ofrece su manejo más flexible e intuitivo.

    Prueba Metal Gear Solid 4Además de la habitual infiltración con dardos anestésicos que te permite acabar el juego sin cometer el más mínimo asesinato, lo que destaca sobre todo de Metal Gear Solid 4: Guns of The Patriots es su asombrosa facilidad para embarcarse en tiroteos que nos gustaría evitar Hay que decir que además del nuevo sistema de cámaras, Kojima Productions ha integrado un elemento que pronto se convertirá en imprescindible a los ojos de los psicópatas de gatillo fácil: la tienda de Drebin. A cambio de Drebin Points que se ganan con bastante facilidad (cada arma ya poseída que se recupera se convierte automáticamente en dinero), este hombre, del que no se sabe nada, lavará el arsenal inservible -porque está ligado a una persona, a una identidad-. y ofrecerá una amplia variedad de armas, municiones y personalizaciones (lanzagranadas, linterna, telescopio...) a través de un sencillo menú que aparece en la pantalla de pausa. Habitualmente generosa en cartuchos repartidos, la serie Metal Gear Solid ha dado aquí un paso adicional bastante discutible, ya que facilita enormemente la aventura, pero que sin embargo da testimonio de una cierta voluntad de apertura que sólo puede ser encomiable.

    Humanismo y barbarie

    Prueba Metal Gear Solid 4En cualquier caso, la saga nunca nos empujó a utilizar tales elementos para poder avanzar en la aventura. A riesgo de repetirnos, la libertad de acción, que no debe confundirse con la libertad de movimiento, es increíblemente rica, lo que permitirá a cada uno vivir su pequeña experiencia como mejor le parezca. En este punto, la identidad de la serie permanece intacta. Esto no es así a todos los niveles, pues hay que admitir que Metal Gear Solid 4: Guns of The Patriots tiene algo que confundir a más de un apóstol de Hideo Kojima. Además de la posibilidad repetidamente mencionada de evolucionar, al menos inicialmente, junto con las tropas rebeldes que se oponen a las PMC, el título ofrece una progresión cortada en actos completamente nuevos para la serie. Una pequeña pirueta de diseño de juego que te permite evolucionar en entornos totalmente distintos, pero que a cambio despoja al título de una pizca de su personalidad y su capacidad de inmersión. Todos estos cambios geográficos imponen una tregua en forma de sesiones informativas bastante largas, pero interactivas, no siempre interesantes que, sumadas a las muchas cinemáticas del mismo tipo, infligen un falso ritmo al que no estamos acostumbrados a evolucionar. El título realmente no deja tiempo para domar el marco que nos rodea, y condena a variaciones de juego que necesariamente rompen la identificación tan natural de obras pasadas. Sin embargo, es cuando la molestia comienza a mostrar que el genio y el talento de Kojima Productions brillan aún más.



    Además de la posibilidad repetidamente mencionada de evolucionar, al menos inicialmente, junto a las tropas rebeldes que se oponen a las PMC, el título ofrece una progresión dividida en actos completamente nuevos para la serie.

    Prueba Metal Gear Solid 4El capítulo final obliga, el título multiplica las secuencias antológicas, para que rápidamente olvidemos estos pocos fracasos para dejarnos llevar por el torbellino de revelaciones que se nos entrega. Clase, puesta en escena de infarto, actuaciones a la altura de nuestros héroes, ambientación sonora de locura, nada se deja al azar para pegarnos a la pantalla. La interacción también es clave. Además de la perspectiva alternativa que apareció en el tercer episodio, ahora es posible recordar muchos pasajes de culto cuando las conversaciones lo permiten. Verdaderos retazos de nostalgia destilados a lo largo de la aventura, que no hacen más que sustentar el carácter abismal, profundamente humanista y antimaniqueo del fondo, contrario a las apariencias. Centralización de los medios, niños soldados, guerras espurias, excesos y peligrosidad de la investigación científica… son temas que se convertirán en puntos de partida recurrentes en la escritura de un guión. Y es precisamente en este punto que Metal Gear Solid 4: Guns of The Patriots se destaca del resto de la producción político-militar que inunda el mercado. No solo logra aunar a todos, o incluso más, en una sola y vasta historia, sino que el elemento que le otorga tal encanto es sin duda el trato que les administra. Evitando caer en la denuncia sistemática y patológica, Kojima nos regala una obra conmovedora por la ingenuidad y las debilidades de sus hablantes, pero también por el optimismo y la esperanza inquebrantable que los anima. Sí, ciertamente hay que ser un poco flor azul para saber apreciar la que sin duda es la primera gran saga de videojuegos.






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